Cuando el cáncer de mama está presente en tu familia, como ocurre en la mía, aprendes desde el inicio a estar más alerta. Me hice mi primera mamografía preventiva a los 40 y me realizaba autoexámenes de los senos regularmente. No apareció nada preocupante, hasta un día cuando tenía 50 años.
Durante un autoexamen de rutina en Diciembre de 2018, descubrí un bulto doloroso en mi seno derecho y otro debajo de mi axila derecha. Programé una cita con mi ginecólogo quien me vio de inmediato y ordenó una mamografía de diagnóstico.
Cuando llegaron los resultados, mi ginecólogo no los explicó personalmente, sino que me los envió con una nota diciéndome que conversara con un especialista en cáncer de seno. Leí que el marcador BI-RADS (sistema de reporte y base de datos de imágenes mamarias) era 6, pero me quedaba a mí averiguar qué significaba. Pronto supe que un marcador BI-RADS de 6 era el número más alto posible y un signo seguro de cáncer. Después de otras pruebas - que incluyeron imágenes y una biopsia - se confirmó: tenía cáncer de seno.
Se trataba de un cáncer de mama triple negativo (CMTN), que representa alrededor del 10% al 20% de los tipos de cáncer de seno y se sabe que es particularmente agresivo y de rápido crecimiento. La tasa de supervivencia tiende a ser más baja con el CMTN que con otros tipos de cáncer de seno. También es probable que el CMTN sea metastásico, lo que significa que es propenso a diseminarse a otras partes del cuerpo.
Por mucho que mi esposo y yo le temíamos a mi diagnóstico, no nos intimidó. Quería mucho a mi oncólogo, no solo como médico, sino como persona. Como yo, es un colombiano radicado en Florida. Me explicó mi diagnóstico y plan de tratamiento de manera competente, pero reconfortante - y todo en español, que fue fundamental, ya que ese es mi idioma preferido.
Otras pruebas y exploraciones revelaron que mi CMTN era metastásico. El cáncer en mi seno derecho se había extendido a mis ganglios linfáticos. Debido a esto y al hecho de que el cáncer era triple negativo, mis médicos y yo decidimos un plan de tratamiento agresivo: quimioterapia y mastectomía bilateral. Después de eso, lo reevaluaríamos.
Estaba ansiosa por empezar. Quería acabar con el monstruo que es el cáncer y recuperar mi vida.
Con la quimioterapia llegaron los problemas frecuentes como náuseas, fatiga e insomnio. Fue un desafío, pero en comparación con las historias de terror que leí de las sobrevivientes de cáncer, sentí que era una de los afortunadas.
Ahora, en retrospectiva, lo veo de manera diferente. Aunque todavía estoy agradecida por los cuidados que recibí, creo que estaba sufriendo más de lo necesario y que las cosas pudieron haber sido más fáciles.
Y digo esto a pesar de que podría decirse que estoy más enferma hoy que en ese entonces.
Durante los siguientes seis meses, me sometí a más quimioterapia y 25 rondas de radiación. Finalmente, en Octubre de 2019, mi tratamiento terminó - pero no por mucho tiempo. Seis meses después, nos enteramos de que el cáncer había hecho metástasis adicionales. Ahora, estaba en mis huesos.
Mientras les cuento esto, todavía está en mis huesos.
"Esta vez quiero hacerlo de una forma distinta", le dije a mi oncólogo cuando presentó su plan de quimioterapia junto con inmunoterapia. "He estado leyendo sobre medicina alternativa y me gustaría probar eso, además de las terapias con medicamentos que me recomiendas".
Fue como si hubiera susurrado una contraseña secreta. Los ojos de mi médico se iluminaron.
"Puedo ayudarte con eso", me dijo. "Tengo una maestría en medicina alternativa, pero cuando ejerzo en este hospital, no puedo indicarlo. Solo puedo discutirlo si el paciente lo solicita".
No me sentí traicionada por él tanto como por el sistema hospitalario. ¿Por qué no compartían con avidez remedios naturales que podrían ayudar? Hasta el día de hoy, no tiene sentido para mí, pero me siento la necesidad a decirle a otras mujeres: Pregunten acerca de la medicina alternativa - no como un reemplazo de las terapias con medicamentos, sino como una herramienta complementaria. Y pregunta más temprano que tarde.
Mi oncólogo me puso en contacto con un especialista en medicina alternativa en Colombia que dirige un programa de cuidados paliativos para pacientes con cáncer. Me inscribí en el programa de inmediato, intrigada por su enfoque en la mente, el cuerpo y el espíritu. Empecé a practicar la meditación, cambié a una dieta orgánica y comencé a hacer ejercicio todos los días. Para el aspecto espiritual, me reconecté con mi religión católica.
Para dejar en claro, no reemplacé ni invalidé los tratamientos contra el cáncer que mi oncólogo en Miami planificó para mí. Adicionalmente, le informo todo lo ejecutado en el programa. Esto es importante porque algunas hierbas pueden interferir con las terapias con medicamentos contra el cáncer. Hasta ahora, el curso de cuidados paliativos se combina perfectamente con mis tratamientos de quimioterapia e inmunoterapia - y los cambios en mi calidad de vida han sido significativos.
¿Qué hago diferente? ¡Todo! Si me siento inquieta por la noche, hago meditación guiada. Si tengo náuseas, bebo té de jengibre. Si estoy aburrida, no entro en las redes sociales como lo hacía antes; me desconecto y entro en mi interior con la meditación.
He ajustado mi dieta. Me despedí de la comida rápida y procesada y de muchos platos tradicionales colombianos que son ricos en carbohidratos. Como 100% orgánico, no me acerco a ninguna forma de azúcar o harina, y solo uso sal rosada del Himalaya. En mis sesiones de quimioterapia, rechazo cortésmente el almuerzo que las encantadoras enfermeras me ofrecen: los sándwiches de pan blanco y el dulce jugo de arándano.
Quizás el cambio más radical que he hecho es implementar el ayuno en mi vida. Investigaciones han demostrado que el ayuno puede mejorar la capacidad de la quimioterapia para combatir el cáncer. Soy parte de un estudio dirigido por mi médico en Colombia para aprender más sobre los efectos del ayuno durante la quimioterapia. Mi objetivo a largo plazo es lograr 72 horas de ayuno cuatro veces al año para restablecer mi sistema inmunológico. Actualmente ayuno de 18 a 22 horas todos los días, lo que disminuye los efectos secundarios de mi quimioterapia. Me encanta. Me siento llena de energía y concentrada.
Todos estos consejos y tácticas me eran totalmente extraños antes de mi segundo episodio de cáncer. Pero una vez que acepté estos cambios, me di cuenta de todo lo que me había estado perdiendo antes, es decir, una sublime sensación de paz. Todavía hay dolor e incomodidad, pero ahora es mucho más ligero. Es como si el color de mi aura hubiera cambiado de un gris nublado a un cielo brillante y azul iluminado por el sol. Percibo un sentido de dominio sobre mi enfermedad (y sobre mi salud) que nunca pensé que fuera posible.
Hasta ahora estoy respondiendo bien a mis tratamientos y pronto sabré si el cáncer ha desaparecido una vez más. Pero estoy menos concentrada en el objetivo final estos días. No tengo prisa. Todos los días me despierto agradecida de estar viva. ¿Y si este es mi último día? Pues ese día digo, con los brazos abiertos: "Gracias Dios por esta maravillosa vida". (Thank you, God, for my wonderful life).
Este recurso fue creado con el apoyo de Daiichi Sankyo, Merck y Sanofi Genzyme.